23.11 Marcuse. Enajenados a gusto

Bitácora de la sesión del 23 de noviembre de 2011
Por Juana Atzin Morales

La sesión del día 23 de noviembre comenzó con varias interrogantes:

¿Sigue manteniéndose la enajenación en las personas?
¿Por qué no ha sucedido una revolución?
¿Por qué seguimos planteando esta revolución?

Podríamos decir que el pensamiento en nuestra época es que “si le echamos ganas saldremos adelante”, pero ¿en dónde está el problema de este pensamiento?

Después de esto surge la curiosidad de ¿por qué naturalizamos la enajenación? Por ejemplo, las personas que trabajan “tiempo completo” en general no están solo 8 horas sino más, pero la empresa es “benevolente” (otorga bonos, prestaciones, etc.) para hacerlo sentir “cómodo” y así siga con este con este tipo de explotación.

Posteriormente mencionamos las causas de que ahora no sea evidente la explotación.

1. La mecanización. Películas como Metrópolis y Tiempos modernos critican que el obrero trabaje 10 horas (o más), desgastándose de manera brutal. Tales condiciones las identifica muy bien Marx en el siglo XIX. Marcuse, en cambio, manifiesta que en las fábricas modernas el desgaste corporal ya no es tan agudo como lo era anteriormente. Como la intervención física es menor, también resulta menos obvia la opresión.

2. La automatización: bien sabemos que el trabajador le da existencia a una máquina, es decir, gracias a su intervención la cosa vive. En esta característica, el obrero ya no es capaz de encontrar similitud entre su trabajo y el producto. El trabajo se dispersa en gran cantidad de máquinas, en las cuales el objeto incide para que el obrero vea alguna relación con él, esto porque está muy mediatizado.

3. La intervención de los propios trabajadores en los negocios de la fábrica:
El pensamiento que tienen aquí los obreros es “que la fábrica se mantenga saludable en sus cuestiones financieras”, aquí encontramos una diferencia entre los trabajadores del siglo XIX y los actuales. Los trabajadores de antes no tenían ninguna preferencia por la fábrica que los explotaba y ahora como tenemos ataduras como los contratos estamos convencidos de la explotación a la que estamos sometidos. El capital se ha logrado acomodar de tal forma que llegamos a creer que nos beneficiamos del sistema.

4. Consecuencia de los tres anteriores: Las condiciones tecnológicas actuales nos han llevado a que la clase trabajadora ya no es una contradicción del sistema capitalista.

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