Reseña: Metrópolis

Fritz Lang (dir.) Metrópolis, (Alemania, 1927).
Reseña de Anaid Mora

Metrópolis es una película muda del año de 1927 que estuvo bajo la dirección de Fritz Lang. Cuenta con las actuaciones de Gustav Fröhlich, Brigitte Helm y Alfred Abel en los roles principales. Por la antigüedad del largometraje ya no se conserva completa. Se cree que un cuarto de esta se ha perdido. Metrópolis es uno de lοs pocos filmes considerados Memoria del Mundo por la Unesco.

Cambio de turno. Fotograma de Metrópolis
Sinnspruch:
Mittler zwischen Hirn und Händen
muss das Herz sein!*
* Sentencia: Mediador entre el cerebro y las manos
ha de ser el corazón.

La película empieza con el movimiento de las máquinas que están trabajando hasta que el reloj marca el cambio de turno. Dos grandes masas de obreros uniformados atraviesan una reja. Algunos entran a donde están las máquinas y otros descienden a las profundidades de la tierra donde se encuentra la denominada Ciudad de los obreros.

En contraste, en la tierra existe un lugar edénico, que cuenta con biblioteca, estadio, teatro y aulas. Este lugar es nombrado el Club de los hijos, que es donde vive Freder Fredersen, hijo de Joh Fredersen, dueño de la gran Metrópolis.

Un día, mientras Freder hacía la elección de su dama de compañía del día, una mujer rodeada de niños irrumpió en el jardín del Club de los hijos y robó toda la atención de Freder. Cuando la mujer salió del lugar, Freder corrió a buscarla y llegó a donde se encuentran las máquinas, específicamente frente a la máquina corazón y presenció una explosión de esta máquina ocasionada por el cansancio de uno de los obreros. Debido a esto, Freder empezó a imaginar que la máquina se alimentaba de gente; primero de esclavos y después de obreros que subían a la máquina por su propia voluntad para ser devorados. Después de esto, Freder vuelve a la realidad y ve cómo los obreros heridos por la explosión son reemplazados rápidamente por otros obreros y decide ir con su padre a contarle lo que ha visto. Cuando llega y le platica a Joh lo sucedido, este se enoja con Josaphat, su asistente, y le ordena que vaya a conseguir más información. Debido a otro error, Josaphat es despedido por Joh, y cuando Josaphat sale de la oficina Freder sale tras de él y le promete ayudarlo. Asi que lo envía a casa y le dice que ahí lo espere. Lo que Freder no sabía, es que su padre había enviado a alguien para que lo vigilara y lo mantuviera al tanto de lo que hacía.

Después, Freder decide volver a las profundidades de la tierra y observa cómo uno de los trabajadores va a desmayarse de cansancio, pero lo sostiene rápidamente y le dice que él tomará su lugar, con la condición de que vaya a una dirección (casa de Josaphat) y lo espere ahí, pero el obrero cae en la tentación, puesto que encuentra mucho dinero en la ropa de Freder y en vez de ir a donde lo envió Freder, se va a Yoshiwara, el bazar de placer de la Metrópolis. Freder, sin saber esto, trabaja diez horas y justo cuando va a desmayarse llegan a relevarlo. Luego, llega otro de los obreros y le dice que ella los espera en la caverna. Intrigado por el aviso, acude al llamado y por fin encuentra a la mujer que buscaba. Ella les cuenta la historia de la torre de Babel, enviándole a los trabajadores presentes un mensaje de paz. Cuando termina de contar la historia, les dice a todos que tienen que esperar al mediador. Los obreros se van, menos Freder que se queda para poder hablar con ella. Cuando él se acerca, ella lo llama mediador. El amor surge desde el primer momento y Freder besa a la mujer, que se llama María. Después promete volver y cada quien toma caminos distintos.

Mientras tanto, en una casa en medio de la Metrópolis Rotwang, el inventor, recibe la visita de Joh Fredersen. Rotwang ha creado una máquina en forma de mujer, ya que este último nunca olvidó la muerte de Hel, madre de Freder, y quiso volver a crearla. A pesar de que a Rotwang se le nota el rencor hacia Joh, este le pide ayuda para mantener a sus obreros tranquilos porque cree que María esta incitando a sus obreros a revelarse contra él. Rotwang acepta y Joh se va, sin pensar que Rotwang hará todo lo contrario a lo que le pidió. Entonces rapta a María para duplicarla en el robot que creó y por medio de ella, incite a los obreros a una revolución y la Metrópolis quede destruida junto con su dueño.

El plan de Rotwang es ejecutado y María robot empieza a trabajar en Yoshiwara como bailarina exótica y después, vestida como la verdadera María, convence a los obreros de que paren de trabajar. En ese momento, Freder llega a las cavernas en donde ella está dando su discurso de liberación y se da cuenta que ella no es María. Los trabajadores furiosos se lanzan contra él, pero huye y sale ileso de ahí.

María logra escapar de las manos de Rotwang y vuelve a la Ciudad de las Obreros, la cual se inunda debido al paro de los trabajadores que destruyeron ya la máquina corazón, ocasionando un caos en la Metrópolis. Muchos niños empiezan a salir de sus casas gracias al llamado de María e intentan refugiarse junto con ella. Freder y Josaphat ayudan a María a sacar a los niños de la ciudad de los obreros y los refugian en el Club de los hijos.

Mientras tanto, ante las ruinas de la máquina corazón, los obreros festejan felices lo que han hecho, pero Grot, quien era el trabajador encargado de esa máquina recuerda que sus hijos están en la ciudad de los obreros. Se dan así cuenta de lo que ha hecho María (creyendo que fue la verdadera María quien provocó todo). La acusan de bruja y todos los obreros suben a la Metrópolis a buscarla, a pesar de que tenían prohibido el acceso.
Rotwang se da cuenta de las hazañas de María y Freder e intenta volver a raptar a María.

María corre por las calles de Metrópolis cuando es encontrada por los obreros furiosos, pero logra escapar. Después encuentran a María-robot y la atrapan. La lanzan a una gran hoguera que los obreros han improvisado. Freder llega al lugar y piensa que están quemando a la verdadera María y entonces corre a su ayuda, pero es demasiado tarde. Para asombro de todos, poco a poco se van dando cuenta que no era María, sino el robot, pues con las llamas el robot ha regresado a su forma original. De pronto, Freder ve cómo Rotwang intenta escapar con María en brazos, a quien esta vez sí pudo atrapar. Corre a su rescate y se enfrenta con Rotwang en la azotea de la catedral de Metrópolis. Joh llega en el momento de la pelea y se preocupa por su hijo. La lucha sigue y ambos estuvieron en peligro de caer al vacío hasta que Rotwang cae y Freder corre a auxiliar a María, quien había recibido un golpe en la confrontación.

Al final Freder y María bajan de la Iglesia y se encuentran con Joh Fredersen. Gort sale de entre los obreros y se acerca a Joh, pero el orgullo de éste impide que se den la mano. María le susurra a Freder que es hora de hacer su trabajo y el une las manos su padre con las de Gort.

Sentencia: El mediador entre el cerebro y las manos ha de ser el corazón.

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