05.10 Marx. Trabajo enajenado

Bitácora de la sesión del 5 de octubre de 2011
Por Eunice Zenteno

La clase del día 5 de octubre inició, como es costumbre, con las preguntas respecto del texto, algunas de las cuales fueron referentes al concepto de “vida genérica”. Al respecto, el profesor dijo que lo analizaríamos más a fondo en clases futuras. Luego preguntaron por qué cuanto más se produce, menos se tiene. Lo que se explicó brevemente de la siguiente manera: el trabajador vende su fuerza de trabajo a alguien más, pero además extrae de su entorno para entregarlo convertido en un producto. Mientras más produzca menos tiene porque se lo entrega a otra persona a cambio de un salario. Después se hizo una diferenciación entre la teología y la ciencia de la religión; la primera se encarga de estudiar las características de la divinidad con relación al hombre, la segunda, estudia las manifestaciones históricas de la religión.

El profesor dio inicio a la clase también con algunas preguntas, ¿Es la enajenación una característica de las sociedades? Para Marx sí, pues esto viene con la división del trabajo, que está presente en las sociedades que han existido y esto solo puede superarse a través del comunismo. Por otra parte, ¿existen grados de enajenación?

Los puntos a desarrollar fueron los siguientes:

1.- ¿Cómo entender “trabajo enajenado”?
2.- ¿Qué significaría en específico el trabajo como algo extraño?
3.- El “trabajo enajenado” como un impedimento para la realización del ser humano.

1.- Primero sería necesario establecer qué entendemos por trabajo. El trabajo es el actuar del hombre por medio de la naturaleza y sobre ella con el fin de producir para satisfacer una necesidad. La finalidad del trabajo es producir satisfactores de necesidades, es decir, productos. De esta manera, lo que nosotros consumimos son objetivaciones del trabajo de otras personas. Hay así una primera enajenación, pues los trabajadores ya no satisfacen sus propias necesidades, sino las de otras personas. A partir de esto Marx establece otro fundamento del “ser social” de Aristóteles, pues el hombre se vuelve dependiente de los demás porque otros son quienes se encargan de producir lo que él necesita. Mientras las divisiones del trabajo se hacen cada vez más y de mayor especialización, el trabajador necesita tomar cierta distancia sobre lo que produce, dado que él mismo no es quien va a consumir el producto. Ello se va agravado con la producción industrial, en la medida en que quien trabaja pierde el vínculo directo con el acto de producir. Algunos tienen los medios de producción y otros no, es decir, se crea otra enajenación cuando el trabajo se vuelve extraño al trabajador.

En la búsqueda de humanizar al hombre por medio del trabajo sucede justamente lo contrario y, de esta forma, enajenamos al mundo respecto de nosotros mismos. El hombre vive con su salario y no con su producto. Al enajenarse de sí mismo, se crea una enajenación del hombre por el hombre.

2.- Al vender el acto de trabajar y  dado que esto nos distinguía como humanos, vendimos nuestra humanidad. Un animal «no es humano», pero ello no lo vuelve «in-humano», sólo el ser humano puede ser in-humano. Tal es la consecuencia de la enajenación del trabajo.

3.- El hombre es parte de la naturaleza porque necesita de ella para la satisfacción de sus necesidades. Luego, la relación que tiene el humano con la naturaleza no es la mismo que tiene un animal. El hombre, cuando se relaciona con la naturaleza y la transforma, se preocupa de la universalidad y no sólo de su individualidad, pero el animal se preocupa únicamente de su individualidad.

De la universalidad se deriva el fin del trabajo, que es crear nuestro propio mundo, humanizarlo, porque la naturaleza nos es extraña, buscamos reconocernos en el mundo. Al mismo tiempo alcanzamos la libertad, no estamos sometidos a la naturaleza aunque producimos a través de ella, y alcanzamos también la belleza.

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